¿Sabías que las apachetas eran montículos de piedras, apiladas una sobre otra, que se usaban como ofrendas a la Pachamama y a los Apus ?
Los pueblos indígenas quechuas y aymaras tenían esta práctica con el fin de pedir permiso cuando debían adentrarse en tierras desconocidas, o para pedir protección durante el trayecto de un viaje.
Se creía que dejar una piedra o algún tipo de ofrenda, como cigarros, hojas de coca o los flecos del poncho, protegían al viajero que pasaba por determinado lugar. Con el correr del tiempo, esta costumbre se volvió una tradición que ayudaba a demarcar los caminos y a establecer puntos donde hacer pedidos de protección o para dar agradecimiento. Era común encontrar las apachetas en las encrucijadas de caminos, en las pendientes o en lugares donde el paisaje cambiaba. Su tamaño estaba relacionado con la frecuencia del tránsito, con la dificultad para llegar hasta el lugar o con la importancia del paisaje sacralizado.
Durante la época colonial, las apachetas fueron reemplazadas por las cruces de camino o cruces de la pasión, que hacen referencia al camino de la crucifixión de Cristo y que cumplen con dar protección a quienes viajan. Por ejemplo, los comerciantes o arrieros se encomendaban a las cruces para que protejan su ruta de accidentes o robos. Cada uno de los símbolos que se encuentran en la cruz, está vinculado con la pasión de Cristo: el azote, la bolsa de treinta monedas, cartas o dados , la corona de espinas, la escalera, la espada, el gallo , el letrero con la inscripción INRI, la paloma del Espíritu Santo, el sudario, las lanzas, las manos, el martillo, las tenazas, el sagrado corazón, los ángeles , el cáliz, el sol y la luna.
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